Hoy voy a contarles la historia de Jazmín.
Jazmín es una joven peruana de 22 años, estudia Ingeniería Industrial en la Universidad de San Marcos, es tercio superior -y sólo Dios sabe cómo lo hace, ya que entre sus horas de trabajo y sus horas de clase nadie sabe qué tiempo es el que usa para estudiar, ¿será que acaso no duerme?- a ella le encanta tener la posibilidad de estudiar, a pesar de que extrañe demasiado a su familia. A veces, cuando por las noches, sentada al pie de su cama en el cuartito de estudiantes que logra alquilar gracias a su trabajo, se siente sola y con ganas de tirar la toalla, recuerda que todo este sacrificio es por ellos, entonces se seca las lágrimas y se convence de que falta poco y de que el futuro le va a sonreír. Se sorprenderán al conocer su historia, puedo apostar.
Jazmín nació en uno de los peores lugares y uno de los peores años para estar en el Perú: departamento de Ayacucho, año 1992. Eran los años del conflicto armado, el terrorismo, las desapariciones, los asesinatos de campesinos inocentes. La madre de Jazmín, Ricardina, logró sacar adelante a sus 4 hijos a pesar de haber quedado viuda durante los años del terror. Ricardina es una mujer que ha sufrido mucho; tanto, tanto ha sido su sufrimiento, que la ha hecho una de las mujeres más fuertes que conozco. Siempre buscando lo mejor para sus hijos, no importaba cuán arduo fuera el trabajo que tuviera por hacer, ella lo hacía. Todo esto con tal de que sus hijos pudieran tener acceso a una educación digna, de aquella que escasea terriblemente en las provincias del Perú, incluso hasta ahora.
Jazmín es la mayor de sus hermanos y desde pequeña hizo el papel de la segunda mamá. Lava, plancha, cocina, trabaja y cuida de sus hermanos pequeños desde que tiene uso de razón. Siempre sacaba las mejores notas de su clase y desde niña supo que quería algún día venir a la capital a estudiar en la universidad, cosa que no muchos de sus amiguitos iban a poder hacer. En el 2008 Jazmín tuvo que dejar a su familia para venir a vivir sola a Lima y así postular a la Universidad de San Marcos, una universidad estatal considerada una de las mejores del país, ya que no podía costearse ella sola una universidad particular puesto que la educación superior en el Perú, si es que quieres que sea de calidad, es bastante cara. Trabaja todo el día y estudia por las noches, así viene pasando su vida en los últimos 6 años. No ha salido del Perú, de hecho, los únicos lugares que conoce de aquí son Lima y su entrañable Ayacucho.
La verdadera pasión de Jazmín es la psicología, de hecho, en los pocos ratos libres que tiene, ella googlea sobre psicología y comienza a leer artículos que le han dado un amplio conocimiento sobre el tema. Sin embargo, Jazmín decidió estudiar ingeniería porque fue esa carrera la que desde chiquita le dijeron que debía estudiar para poder tener un gran trabajo y sacar adelante a su familia, porque como le decía su tío Rubén «Aquí en el Perú o eres ingeniero o eres administrador o eres abogado, si no, te mueres de hambre mamita».
Jazmín creció, al igual que muchos de nosotros, con el sesgo mental de la idea de lo que representa la vida y la carrera exitosa en un país tercermundista, rodeada de una realidad en la que acceder a una educación de calidad cuesta mucho, mucho dinero y es un privilegio destinado a una minoría que desconoce lo que implica afrontar la vida que a jóvenes como Jazmín le toca vivir.
Sin embargo, Jazmín también creció, al igual que muchos de nosotros, con las nuevas tecnologías, el desarrollo de Internet, a puertas de la era de la información compartida, libre y la cual traspasa barreras de índole geográfico y cultural. Jazmín creció en la era en donde la comunicación no tiene límites, la era de la colaboración.
La Era de la Colaboración y el desarrollo de la Libertad Educativa
«El hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado» – Jean-Jacques Rousseau
«Yo no soy libre de tener una determinada constitución biopsicológica, ni de nacer en un determinado momento histórico o en cierta región, pero sí soy libre de asumirla o no en mi proyecto biográfico. Pues todos estamos determinados inicialmente en nuestras decisiones por la situación que vivimos y por el tiempo en que hemos nacido». – Ricardo Yepes Stork
Pienso que las personas que hemos nacido en países que se pueden clasificar como subdesarrollados o dicho de forma eufemista «en proceso de desarrollo» podemos identificarnos muy fácilmente con esos pensamientos, ya que hemos nacido y nos hemos formado en un contexto en donde las fallas de gobierno y del Estado ocasionan altos índices de desigualdad, pobreza, instituciones débiles y mucha, mucha frustración para aquellas personas que no han tenido la suerte de crecer y desarrollarse en un entorno que efectivamente les permita desarrollarse como ellos quisieran. Sin embargo, nosotros no elegimos el lugar donde nacemos, no elegimos el contexto en el que nos vamos a desenvolver, ni la posición social, ni la familia. Es por demás frustrarnos y quejarnos acerca de cosas que no podemos cambiar ya que escapan a nuestro rango de control. Como dirían dos de mis autores favoritos, Timón y Pumba: «Hakuna Matata».
Por el contrario, lo que sí podemos elegir es el curso que toman nuestras vidas y nuestra formación, tanto personal como profesional, sobre todo ahora y SOBRE TODO nosotros, tercos, soñadores y testarudos Millennials.
«Todo hombre vive eligiendo, y al elegir se construye a sí mismo».
El factor desigualdad en países como el mío es uno de los más fuertes y más terribles que tenemos, en ámbitos diversos y que debe de ser tratado de manera urgente, constante e intensiva. Para que esto suceda es necesario un cambio estructural, cuyas bases recaen indefectiblemente en el factor educación. En mi país, el gran reto radica en poder transformar nuestro deficiente y anacrónico sistema educativo en uno que realmente permita alcanzar las habilidades necesarias y requeridas en estos tiempos de cambio de paradigma, así como a adquirir nuevas competencias que sean coherentes con este nuevo orden: las llamadas 21st Century Skills tales como manejo de información, comunicación, resolución de problemas, pensamiento crítico, creatividad, innovación, autonomía, colaboración, trabajo en equipo, entre otras. Nosotros, Millennials, tenemos la suerte de haber nacido en la Era del Conocimiento, Era de la Información, Era de la Colaboración. A mí, personalmente, me gusta llamarla «Era de las No Excusas». Y ¿a qué me refiero con esto? Pues muy simple: Nos encontramos en el afortunado contexto en el cual la preciada y preciosa Información ya no es exclusiva de una minoría privilegiada, por ende y en tanto seres libres que somos, si es que tenemos la voluntad de aprender algo, ya no tenemos excusa para decir que no podemos, pues toda o casi toda la información que necesitamos la tenemos al alcance de un click, es una cuestión de voluntad y elección.
Keep Calm and Keep on Learning
«Toda persona tiene derecho a la educación. Esta debe ser gratuita (…) El acceso a los estudios superiores será igual para todos (…) La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana (…); favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos (…) – Declaración Universal de los Derechos Humanos, Art. 26
¿Qué bonito sería si lo que dice en la Declaración se cumpliera a cabalidad, cierto? Pero bueno, no es cierto pues. Frente a esto, lo que podemos hacer es utilizar los recursos que ahora tenemos a nuestro alcance; en este contexto, la web 2.0 y las TICs cumplen un papel crucial en la educación, o mejor dicho, en la reforma del estado de la educación actual para convertirla en la educación que debería ser.
En este sentido, las características más valoradas del aprendizaje a través de TICs son: Disponibilidad, Accesibilidad, Aceptabilidad y Adaptabilidad. Tenemos a nuestro alcance un mundo de conocimiento a través de herramientas como redes sociales, blogs, Youtube, wikis, foros, etc. Dentro de estas, quiero hacer mención honrosa a los MOOCs (Massive Open Online Course), pues juegan un rol muy importante en la concretización de la liberación del conocimiento. Todas estas herramientas son maravillosas para aquel que sabe aprovecharlas, pues nos permiten acceder de manera gratuita a una forma de aprendizaje hecha a nuestra medida y de forma didáctica, que fomentan la discusión, la creatividad y la expansión de mente.
Sin embargo, si bien es excelente que podamos utilizar las TICs para nuestro beneficio particular, es importante hacer hincapié en que si lo que se quiere es fomentar un verdadero desarrollo en cuanto a sociedad, es necesario institucionalizar el uso de estas en el modelo educativo actual. Es decir, lograr que las escuelas las implementen y las promuevan coherentemente, lo cual implica una serie de desafíos, así como un cambio de paradigma en la filosofía del proceso formativo que se viene manejando desde hace muchos años.
Si bien existen esfuerzos de implementación de las TICs al sistema educativo en América Latina, por más cruel que pueda sonar, es importante recordar que América Latina es famosa por querer replicar modelos que funcionan exitosamente en países desarrollados; sin embargo, el problema es la contextualización: los modelos que funcionan en países desarrollados no van a funcionar de la misma forma aquí para nosotros, pues estamos hablando de realidades completamente diferentes. No basta simplemente con vestir a la mona de seda, hay que formar a la mona correctamente desde un inicio.
Aquí el concepto de «Pensamiento sistémico» juega un rol muy importante: para que esto funcione exitosamente es necesario cambiar las cosas desde las bases, cambiar el rol y la formación del educador, cambiar el rol del educando, migrar de la enseñanza tradicional a la enseñanza creadora de conocimientos e investigadora, desarrollar estrategias asociadas a la medición del aprendizaje, cambiar la metodología y aplicar nuevos estilos de aprendizaje, haciendo énfasis en la creación de competencias que sean realmente competentes y coherentes a la realidad en la que vivimos.
Me siento feliz de poder decir que, como peruana y a pesar de todo el caos que aún existe por aquí, tengo una visión esperanzada del futuro y de que la sociedad en la que vivimos está cambiando cada vez más y más rápido, para mejor. No obstante, es vital recordar que el cambio será bueno siempre y cuando este sea un cambio con sentido y no simplemente por el afán de querer hacer «algo». Si hacemos algo, hagámoslo bien. Apuesto a que Jazmín les diría lo mismo.