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La Crisis de los 20 y tantos: Cuando Salvaje es Buenísimo, pero Buenísimo es Mejor

Antes de comenzar a escribir cualquier cosa, debo pedirles disculpas a todos los amigos a los que he tenido con la misma cantaleta durante estas últimas semanas.

¡NO SABEN CÓMO LOS QUIERO!

Perdón y sobre todo GRACIAS. Gracias por soportar mis arranques de… ¿cómo decirlo de forma bonita? LOCA ENFERMA MENTAL OBSESIVA. Sí, por decirlo poco. Perdón, no es usual que me ocurra pero cuando me da, me da jodido. De hecho hasta ahorita algunos de ustedes se siguen sorprendiendo porque creo que nunca me habían visto así jeje, pero bueno sí, SOY HUMANA, surprise!!

Ahora sí. Comenzamos…


Últimamente he estado escribiendo mucho sobre temas académicos y serios, dignos de una estudiante que se encuentra cursando su último año de universidad, metas claras en la vida, segura, confiada, con harta cancha y concha, ganas de comerse el mundo y expectativas altísimas respecto al futuro.

Bueno, déjenme decirles que todo eso hoy día se va al tacho.

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Hoy y sólo por hoy, porque no voy a permitirlo más -o por menos eso intentaré-, soy solamente una chica de 21, casi 22 años como cualquiera y, de hecho, como muchas que conozco y se encuentran en la misma situación. Hoy soy solamente una chica de 21 años confundida y un poco asustada por la incertidumbre y la ansiedad que traen ciertas cosas que nos tocan vivir en esta etapa de nuestras vidas. Hoy soy una chica que está pasando la difícil y «creo-que-necesito-ir-al-psicólogo» etapa de la crisis de los 20 y tantos, en la que te despiertas un día con la certeza de que has tomado la decisión correcta, luego te duermes de nuevo para volverte a despertar desesperada por miedo a haberte equivocado en la certeza de tu correcta decisión, PERO ya la cagaste, entonces, ahora ¿qué haces? y divagas, y divagas, y colapsas, y te preguntas «¿Diomeo, qué va a ser de mí?» y así hasta que te quedas dormida y luego VUEEELVE la certeza, para luego volverte a desesperar… y BIS BIS BIS. Así, bien ameno.

O sea, en otras palabras, hoy estoy bien maricona. Y de hecho arrepentida de no haberme decidido al fin por estudiar Psicología, porque siendo una loca que está rodeada de pura loca más loca que yo, ya tendría HARTO MATERIAL PARA MI TEMA DE TESIS.

Conversando con varias amigas me he dado cuenta de que somos muchas pasando por la misma situación. Hemos llegado a un punto en nuestras vidas en el que sí, bueno, buscamos lo divertido y las experiencias WILD ON y que vas a recordar para contarlas luego en los tés de tías que se vendrán cuando ya tengas unas cuantas arrugas y canas encima (rogando a Dios que por lo menos sigamos flacas para ese entonces, o ya, bueno, que por lo menos no nos rebalsemos de nuestros jeans), pero ese ya no es el foco.

Extrapolando lo que me pasa a mí: por más locas, tercas y I love Rock N Roll que seamos, por más que vivamos diciendo que el sueño es encontrar al músico rockero bailarín de 1.90cm, musculoso, MALO, MALO, pero RE BUENO (más bien y aprovechando la situación, si alguien conoce uno ME DEJA UN INBOX, con confianza), un pata que luzca más o menos así (fácil un poco más de papa al caldo pero la esencia es esta):

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Diomeo señor, agárrame confesada.

Por más que todo eso pase, lo que he caído en la cuenta acerca de lo que realmente necesitamos en este momento de nuestras vidas es una sola cosa: ESTABILIDAD.

Como bien dijo una amiga (y por más cursi que suene):

«No es quien te mueve el piso, sino quien te centra; no es quien te roba el corazón, sino quien te lo trae de vuelta».

Es tan sencillo como eso, el #AmorDeTuVida dejó de ser aquel churro bienmalo que trae locas a todas las chicas, el cool, el bohemio eterno barranquero. Puede serlo, sí, y estaría buenísimo que lo fuese (es más, POR FAVOR QUE ME TOQUE UNO ASÍ Y QUE SEA A LA VEZ BIENBUENO, ¡¡POFAVÓ!!), pero lo que en realidad te importa es que te dé la estabilidad que necesitas en estas épocas de tempestad mental. Aquel que te brinde tranquilidad, seguridad y un piso al cual aferrarte, el que te abra la puerta y te escuche, pero te escuche de verdad. Tu lugar seguro entre toda la incertidumbre en la que estás envuelta right now. El que cuando conversen, te cuente acerca de su proyecto de vida, de lo que quiere hacer con su trabajo, el que te dice a dónde quiere llegar, aquel a quien ADMIRES, aquel de quien APRENDAS, el que te impulsa a querer superarte más cada día. OJO, el que te IMPULSA y no te FRENA. Porque recuerda que ahora estamos en una etapa crucial profesionalmente hablando, terminando nuestras carreras, planeando nuestro futuro y lo que necesitamos son lineamientos, modelos. No un niño a quien cuidar y de quien preocuparnos. Somos jóvenes profesionales, no madres aún.

Este en realidad un llamado a dejar de friendzonear a los chicos buenos, parfavar. Las aventuras salvajes están bien, son divertidas y han sido necesarias, sí, claro que sí. Pero de eso no vives, eso no es lo que se queda contigo. Tus aventuras no van a recogerte a las 5am del lugar en el que estés con una sola llamada, tus aventuras no van a resondrarte y mandarte a la mi*rda cuando ven que haces las cosas mal. Por más divertidas que sean, tus aventuras salvajes no serán aquellas que te abracen cuando te sientas sola y necesites hablar con alguien, solo hablar. Es más, las aventuras casi no hablan, para eso no las quieres, para eso no las tienes; ES MÁS, muchas veces por payasa y por creer que tienes el superpoder de cambiar la mentalidad del bienmalo, te enamoras y obviamente sufres, y esto se convierte en un peso ADICIONAL a todo el peso que de por sí ya tienes con la universidad y la chamba, ese peso que te angustia y puede hacer que dejes de preocuparte por aquello que de verdad importa y aquello único sobre lo que realmente tienes control: POR TI MISMA. Por el contrario, el bueno sí, escucha, comprende, está ahí, se preocupa, te quiere no para él, sino para ti, para que seas mejor, de nuevo, no para él, sino para ti. Por eso el bueno es mejor, siempre va a ser mejor.

Claro que lo óptimo sería que el bueno fuese un aventurero de esos que te gustan tanto, ¿verdad? Pero vale, hay cosas que llegan con el tiempo y cambian con el tiempo, como la gente, por ejemplo.  Así que please, dejémonos de  huevadas y de superficialidad e hipocresía con uno mismo, ya basta con permitirle a nuestro ego y a nuestra vanidad decidir por nosotras, comencemos a crecer y a pensar, y más importante aún, a actuar como si realmente lo estuviésemos haciendo. Tranquilas. Comencemos a tomar buenas decisiones, el mundo no se acaba con el último broder que te decepcionó o al que tú decepcionaste.

Al final el bueno que es MEJOR para ti a la larga va a ser como tiene que ser, sin forzarlo, sólo fluyendo, sólo viviendo.