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Mañana todo cambia

Cuanto más lo piensas,
menos sentido te hace,
así que decides dejarte llevar.

Confiar en el destino
que ha sido siempre tu amigo,
para bien o para mal.

Y es que el universo tiene para ti
tantas cosas preparadas,
algunas tan poco imaginadas
pero siempre acertadas
y encajadas en el momento correcto.

Por eso, siéntate a esperar.
Respira.
Sonríe, acepta.
Duerme tranquilo.

Disfruta de lo que tienes hoy
porque, como ya sabes:
mañana todo cambia.

8 cosas que nadie me dijo acerca de estar en la Universidad

He tenido una prolongada ausencia, lo sé. Pero no estaba muerta, tampoco estaba de parranda (bueno, en realidad esto sí, pero no más tantiito)… más que nada estaba escribiendo mi tesis.universidad1

PERO TODOS VUELVEN, así que comenzamos 🙂


Hace un par de semanas terminé mi último ULTIMITO versión FINAL FINAL FINAL -dijeron- ciclo en la universidad, y me encuentro en una disyuntiva constante entre sentimientos encontrados de ya querer titularme y graduarme, con la nostalgia que me da el recordarme de 16 años, levantándome emocionada para mi primer día de clases, allá por marzo del 2009. *suspira*

Así que, ante esta mezcolanza de sentimientos, me puse a pensar en varias cosas que nadie me advirtió nunca acerca de la universidad, las cuales llegué a la cuenta de que son las siguientes:

1. Mi primer ciclo lo iba a pasar más tiempo echada en pastitos y «al frente» #ELOSTKM #CabañitaViejaDignidad que en clase

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¿Quién no recuerda su época de cachimbos? Para mí fue el 2009-1. Las cachimbadas, los retos (que necesariamente implicaban chaparse a alguien del CF vigente, ugh), los cachimbombos (sí, tú, no te hagas), los cursos introductorios #FundamentosDeMatemáticaMiTerror, las reuniones de T, los primeros ensayos en mi grupo de danza… Fue un ciclo FULLS, mi tiempo estaba copado en muchísimas actividades que poco o nada tenían que ver con mis clases. La gente se reunía en la rotonda pretendiendo ser chéveres e interesantes -pobres chibolos pulpines- y luego decidíamos ir al frente a beber como los peces en el río, una y otra vez.

¿Clases? ¿QUEJESO? Las tardes se pasaban en pastitos cantando canciones o contando venados. (De hecho, podría escribir un post entero acerca de la magia de los pastitos de la PUCP… lo anotaré en mi agenda)

Claro, ya luego te veías en la semana de parciales o de finales, corriendo por el tontódromo para llegar a tu salón, amaneciéndote estudiando Introducción a la Historia (los más pulpines sufrían por sus trabajos de IVU, pobres criaturas del señor), desempolvando tu Coquito para sacar las fijas de Intro a la Lengua, y por supuesto, posteando en Facebook lo «terrible» que era estar en la universidad y que el colegio no era nada comparado a esta masacre.

Obvio, no tenía idea de que ese primer ciclo no era NADA, ni chiste de chichiste, comparado con el resto de la carrera. Ay, los 16 años, la edad de la inocencia y del Ron Cartavio.

2. Me iba a querer cambiar de carrera dos veces

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Como soy polifacética y súper inteligente -pobre chica-, me interesan muchos temas y, obvio, tuve un par de crisis vocacionales auspiciadas por la malla curricular de Estudios Generales Letras, que justamente para eso está hecha: PARA HACERTE DUDAR.

Mi primera crisis fue en segundo ciclo, gracias a Fundamentos de Matemática (el curso más difícil que he llevado en mi vida, se los juro, la parábola mi archienemiga), en donde pensé muy seriamente en cambiarme a psicología. Me encanta la psicología, es hermosa. O sea, en realidad lo que quería era poder controlar a todo el mundo JEJEJE, pero bueno, al final no me cambié y decidí quedarme en Gestión.

Lo mismo me pasó más adelante, ya en facultad. En 8vo ciclo me di cuenta, así como quien no quiere la cosa, como un OOPS JEJE, de que mi vocación eran las comunicaciones, y pasé innumerables noches teniendo problemas para dormir por darle vueltas en mi cabeza a la idea de cambiarme de carrera. Es medio complicado tomar ese tipo de decisiones, sobre todo si sólo te faltan 2 ciclos para terminar y si ya te has matado pasando los cursos más difíciles… así que medí mi costo de oportunidad y arrugué, lo admito, y decidí terminar lo que había comenzado.

En su lugar, me esforcé más que nunca para encontrar, desde mi carrera, un fit perfecto para hacer lo que realmente quería hacer, es por eso que decidí especializarme en marketing. Así que bueno, todos felices hasta el momento. La vida va bien y cero arrepentimientos.

3. No me iba a enterar bien de qué trataba mi carrera hasta 6to ciclo, creo

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Cuando era cachimba y me preguntaban «¿De qué se trata tu carrera?» yo solía responder «Ahh… es algo así como administración pero un poco más…» Ahora me río y me pongo a pensar ¿un poco más? ¿a qué me refería con eso? NO TENÍA IDEA jajaja, yo sólo había entrado a la PUCP porque estaba a 15min de mi casa (y por los venados y las ardillas, debo admitir) y había elegido Gestión por default.

Esa es una de las grandes fallas del sistema educativo actual, obligar a chiquillos de 16 años a elegir el camino que quieren que sus vidas sigan, consecuente y conscientemente. No pues. No se puede. Cuando tienes 16 años sólo piensas en acabar el cole y por fin nunca más ver a la profesora antipática que te escribía en la agenda #MissConsueloDignidad. O sólo estás pensando en las juergazas que te vas a meter en la universidad porque ya eres UN CHICO GRANDE (ver punto 1). No estás pensando en tu futuro porque ni siquiera eres consciente de cómo es el mercado laboral, de cuáles son tus potencialidades… eso no nos enseñan en el colegio, o por lo menos no me lo enseñaron en el mío. Y en realidad es bastante estresante tener que decidir eso a tan temprana edad.

La cuestión es que tuve que esperar hasta estar en mi segundo ciclo de facultad para realmente ENTENDER de qué se trataba mi carrera, conocerla, explorarla y comenzar a quererla, poco a poquito, como en las relaciones. Tuve suerte, harta suerte, de no haberme ensartado y de que al final me terminara gustando.

4. Los cursos que llevé casi no me iban a servir en el trabajo

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Bueno, ya sabía de qué se trataba mi carrera, ya le había agarrado el gusto y ya le estaba poniendo empeño. Uno piensa que todo va bien y que es capazo en su campo HASTA QUE comienza a trabajar y se da cuenta de que POR LAS HUEVAS HAS ESTUDIADO TODO LO QUE HAS ESTUDIADO, porque en la práctica usas el 1% de todo aquello y tienes que volver a aprender todo desde cero.

No es que tenga tanta experiencia en el mercado laboral, pero estos cortos 3 años me han hecho adoptar la idea de que la universidad es básicamente una formalidad, necesaria sí, pero formalidad finalmente. Para lo que más te ayuda es para volverte apto en afrontar cualquier tema de conversación, culturizarte y hacer que tu red de contactos crezca. Porque créeme amigo, en la cancha tus libros, tus separatas y tus 20s no te van a salvar. Es una mezcla de talento, destreza y buena suerte, lo cual radica y depende exclusivamente de uno mismo.

5. Me iba a enamorar (y a desenamorar) una sola vez

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Como toda chiquilla -porque sí, también tengo mi lado femenino-. pensé que en la universidad iba a conocer a mi futuro esposo amor de mi vida por siempre y para siempre. JAAA jajajajaja. Ya. Ja. Jaja. JE. Ya retomando: O que por lo menos iba a conocer a varios chicos potenciales amores de mi vida, súper interesantes e inteligentes, de 1.80cm a más, futuros esposos padres de mis hijos. Pues pensé mal.

En realidad, sólo me enamoré una vez, duró 4 años, y acabó para bien. El amigo no llegaba al 1.80cm pero bueno, detalles. Si dentro de esos 4 años el verdadero amor de mi vida pasó por mi lado y yo no me enteré, nunca lo sabré. Pero bueno, costo de oportunidad.

Creo mucho en el destino -la bruja- y pienso que si las cosas pasan es por algo, y si no pasan, también. A veces no es tan bueno hacer planes a futuro, sino que es más importante enfocarse y disfrutar el aquí y el ahora.

6. Aprendería a hacer malabares con mi tiempo, a la fuerza

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Cuando estaba en mis primeros ciclos y escuchaba a mis amigos de últimos ciclos quejándose acerca de que no tenían tiempo porque tenían demasiadas cosas que hacer, sinceramente no les creía. Ahora me retracto, porque no lo crees hasta que lo vives.

Llega un punto en la vida universitaria, generalmente asociado a cuando comienzas a practicar, como fue en mi caso, en el que sientes que, literalmente, al día le faltan horas y a la semana le faltan días. Recuerdas con nostalgia tu Belle Époque, en donde podías pasarte las tardes hueveando buenazo en los pastos de la u o en tu casa, en donde realmente a veces hasta te aburrías porque no tenías nada que hacer. Y, por supuesto, te autorecriminas por no haber aprovechado tu tiempo como es debido y haber hecho todas las cosas que querías hacer en ese momento; en mi caso: estudiar otro idioma, meterme a clases de actuación, bailar más, irme de viaje… uff, tantas cosas.

Ahora ni modo, sólo te queda chapar tu agenda, priorizar actividades y organizarte bien para poder salir vencedor y no morir en el intento de hacer bien todo lo que tienes que hacer.

7. Cuando te falta un año para terminar… cambias

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Algo extraño me pasó a finales del 2013. Yo lo llamo el momento de la Iluminación, que asumo/espero a todos nos llega. No sé bien qué sucede pero es como si la vida tocara a tu puerta cual testigo de Jehová y te dijera «REACCIONA WEAANN». Ese punto en el que te das cuenta de que has estado malgastando tu tiempo en cosas nimias y sin fondo, el punto en el que realmente descubres aquello que te apasiona, tu motor, tu futuro. En resumen, el punto en el que la ves clara y la vida te da LA FIJA.

Cuando eso pasa… ¡FELICITACIONES! Has madurado (creo, quiero creer) y ya puedes comenzar a direccionar tus acciones consecuentemente hacia aquello que quieres/pretendes/deseas/anhelas lograr que sea tu futuro. Ya tienes un objetivo y por ende ya puedes ir construyendo el camino. No como antes pasa -o al menos a mí me pasaba- que divagaba en la sinrazón, probando por aquí, probando por allá, pero no estando completamente segura ni convencida de nada.

En este punto de mi vida, personalmente, hay varias cosas a las cuales antes les daba un montón de importancia y que ahora han pasado a segundo plano y viceversa. Puedo dar testimonio de que he cambiado demasiado de la persona que era cuando tenía 20, incluso 21, es otra nota y todo gracias a la iluminación y a tener mi camino claro. Es bien chévere 🙂

8. La tesis no es tan terrorífica como la pintan

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Last but not least, debo hablar de la tesis. La-Que-No-Debe-Ser-Nombrada. LA TESIS. ¡ESA MALDITA LISIADA!

Mentira pues. Esto es como en la vida, la gente habla mal acerca de las cosas que no conoce, prejuicios y pre-juicios. La tesis en verdad es bienbuena, yo quiero mucho a la mía. La tesis es como iniciar una relación: puede ser una maldita si no la has elegido correctamente, te puede hacer llorar, renegar, pelear, estresar, etc, etc, etc; pero si la eliges sabiamente y te das el tiempo de conocerla lo suficiente antes de entablar algo FORMAL, puede ser una de las experiencias más chéveres que vivas, porque te hará feliz, te hará extrañarla cuando no la tengas, te emocionará, te dormirás con una sonrisa en el rostro si es que va bien, será lo primero que pienses por las mañanas, conocerás un montón de gente y un montón de cosas nuevas que sin ella no hubiese sido posible. Realmente, la tesis es como una relación.

Puede durar sólo un par de meses o semanas si es que no has elegido el tema correcto, si es que te apresuraste y sólo la elegiste «para pasar el rato», o puede durar un año o más si es que tienes éxito.

Una recomendación que siempre doy a mis amigos que todavía no entran en ese proceso es: elijan un tema que realmente les interese, que realmente les apasione, que realmente puedan llegar a querer, no se metan -como en las relaciones- con el primero que se les cruce por el camino a guiñarles el ojo por ser LO CONVENCIONAL. No. No lo hagan. De nuevo, la tesis es una relación y hay que darle tiempo, cariño y mucha dedicación. Abran su mente desde antes de tener que elegirla y sean fieles a lo que realmente les interesa, para que esta no tenga que ser un trabajo pesado, sino algo que realmente disfruten haciendo.

Vale recordar que todo lo hecho con pasión siempre es mejor hecho.

Diosito, voy a extrañar mucho la universidad.

Cheers.